HÁBITOS SALUDABLES: Conductas que podemos mejorar si trabajamos en una oficina.
Es típico que te levantas con el tiempo justo para llegar al trabajo y salís de casa sin desayunar; empezas tu jornada y al cabo de un rato te empiezas a tener hambre, así que te escapas un momento a por un alfajor, una golosina o un paquete de galletitas; llega la hora de comer y como no te preparaste nada salís al restaurante o compras algo preparado en el supermercado de cercanía; a media tarde pasas por delante de la máquina expendedora y compras una bolsa de patatas fritas y una gaseosa…
A lo mejor no lo pensaste pero todos estos gestos, cuando se dan de forma constante, pueden ser síntoma de una alimentación poco saludable y repercuten de forma negativa en tu salud y en tu productividad en el puesto de trabajo.
Las empresas pueden -y deberían- hacer mucho por fomentar entornos de trabajo saludables, ya que resulta menos costoso invertir en este tipo de medidas que hacer frente a las bajas laborales provocadas por lugares y hábitos poco beneficiosos para la salud. Pero también nosotros/as tenemos la responsabilidad de cuidar nuestro cuerpo.
A continuación encontrarás algunos consejos para una alimentación saludable en la oficina que, si las pones en práctica con un poco constancia y de fuerza de voluntad, mejorarán tu estado físico y emocional:
1) Desayuna antes de salir de casa.
Lo sabemos pero hacemos caso omiso: el desayuno es la comida más importante del día. Debes empezar a seguir esta premisa como un ritual. Un desayuno saludable previene el riesgo de sufrir problemas de obesidad y sobrepeso, ayuda a conservar la masa muscular dotándonos de energía desde las primeras horas del día, mantiene activo el metabolismo y hace que lleguemos con menos hambre a la siguiente comida, y mejora el rendimiento y la concentración.
2) Ten siempre agua a mano.
El cuerpo humano está compuesto por más de dos tercios de agua, por lo que este líquido es vital para nuestro buen funcionamiento; nos mantiene hidratados/as, permite la absorción de nutrientes, facilita el riego sanguíneo, mejora la función digestiva. Tener un vaso o una botella de agua en nuestro escritorio y a la vista hará que tengamos más predisposición a dar un sorbo de vez en cuando y así bebamos más.
3) Come algo a media mañana.
Para evitar llegar a la hora de la comida con un hambre descomunal que nos haría ingerir más cantidad de alimentos de los necesarios, es recomendable hacer un pequeño descanso a media mañana para comer algo, como una fruta, un yogur o un puñado de frutos secos.
4) Reduce el consumo de cafeína.
Es un clásico de las oficinas levantarse de vez en cuando para ir a la máquina a por un café. Eso está bien, porque desconectamos un momento del trabajo, descansamos la vista y estiramos un poco las piernas, pero también puede hacer que estemos consumiendo más cafeína de la que nos conviene. Esta sustancia puede provocar problemas digestivos, nerviosismo, taquicardia… Además, si nos gusta dulce, estamos incrementando la ingesta de azúcar.
5) Lleva el tupper de casa.
Entre el cansancio y la falta de tiempo nos cuesta encontrar el momento de preparar la comida para llevarnos al trabajo y optamos por comer fuera o comprar algo preparado. De esta manera tenemos menos control sobre las porciones y el tipo de alimentos que consumimos, además de que en muchas ocasiones la comida tiene más grasas y sal. Intenta buscar un rato cada noche para preparar el almuerzo del día siguiente; podes optar por elaboraciones sencillas y seguir la regla del plato -la mitad de un plato de verduras y hortalizas, un cuarto de carbohidratos (pan, pasta, arroz…) y un cuarto de proteínas (carne, pescado o huevo)- para mantener las raciones equilibradas. Y de postre, una pieza de fruta o un yogur.
6) Después de comer, pasea un poco.
Aunque comas dentro de la oficina, cuando hayas acabado tu almuerzo intenta salir unos minutos al aire libre y camina un poco. Te ayudará a hacer la digestión, te despejará la mente y te relajará para retomar el resto de la jornada con energía.
7) Aprende a decir “no”.
Aunque a veces cueste, aprender a decir “no” cuando te ofrecen una galletita, unas papas fritas o unas golosinas es importante, ya que evitaremos picotear entre horas y reducir el consumo de calorías innecesarias.
8) Come algo a media tarde.
Igual que a media mañana, guarda unos minutos a media tarde para realizar una pequeña merienda que te evitará llegar con el estómago rugiendo a la hora de la cena. Fruta, yogur, frutos secos… Ve variando para mantener una alimentación equilibrada.
9) Revisa la información nutricional de lo que consumes.
No hay que obsesionarse pero es una buena práctica echar una ojeada a la información nutricional que aparece en los envases de los alimentos que compramos. Si nos fijamos comprobaremos que existen barritas de cereales que pueden parecernos muy sanas y tienen un alto contenido en azúcar; lo mismo pasa con los yogures azucarados, excesivamente dulces. Compara alternativas y elige la más saludable para tu dieta.
En síntesis lo fundamental es organizarse; cocinar en tu casa, preparar los snacks y la botellita de agua. Reemplazar la comida chatarra por comida elaborada, los snacks por frutas, frutos secos y yogur con cereales por ejemplo, y la gaseosa o el jugo por agua.
Por último, es muy importante combinar una alimentación saludable con algo de ejercicio físico, lo que nos va a permitir estar en un punto óptimo y dar el máximo rendimiento en nuestro día a día, tanto a nivel laboral como en nuestra vida personal.